- Se deben fortalecer diferentes órganos y consumir mayores cantidades de nutrientes, dependiendo de la etapa de la vida en que se encuentre.
- Consumo de ácido fólico, hierro y omega 3 han demostrado efectos beneficiosos en mujeres en edad fértil.
Las necesidades nutricionales de las mujeres cambian constantemente, conforme se pasa por todas los períodos y se avanza a la adultez mayor. La alimentación correcta durante todas estas etapas es fundamental para buscar una alta calidad de vida, tanto de ellas, como de los hijos que puedan llegar a tener.
El abordaje de la salud depende de
la etapa en la que se encuentre cada mujer, sin embargo para todas las edades,
las mujeres necesitan
de una alimentación balanceada baja en grasas y azúcares, actividad física
periódica, evitar el alcohol y el tabaco, y controlar el estrés.
Adolescencia “Al
tratarse de una etapa de profundos cambios biológicos, psicosociales y
cognitivos que tienen efecto directo en el estado nutricional, se aumentan en
gran medida las necesidades de energía, proteína, vitaminas y minerales”, explica Paola
Soto, nutricionista de GNC.
Soto indica que durante esta
etapa, las mujeres pueden desarrollar conductas alimentarias poco saludables,
por ejemplo, someterse a regímenes dietéticos excesivos, omisión de comidas,
adopción de dietas de moda, o por el contrario, el consumo de alimentos con
alto contenido de azúcar, sodio y grasa.
Edad reproductiva Al comienzo de la edad adulta, el crecimiento y el proceso de
maduración están completos, de manera que el énfasis nutricional se traslada al
mantenimiento del estado de salud. Los cambios hormonales relacionados con la
capacidad reproductiva tienen mayor impacto en los aspectos fisiológicos y, por
tanto, en el estado y los requerimientos nutricionales.
“Las niñas y mujeres necesitan comer bien a lo
largo de sus vidas, pero sobre todo cuando están en edad fértil, planean tener
un hijo, están embarazadas o en período de lactancia. Si ellas se alimentan de
forma saludable, tienen mayores posibilidades de mantenerse sanas y activas, tener hijos sanos y una lactancia
materna satisfactoria”, dice la FAO[1]
(Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura).
La organización explica que una
mujer tiene un mayor riesgo de complicaciones en el embarazo y el parto, si
está desnutrida al inicio del embarazo o se desnutre durante el mismo. Si sucede, es muy probable que su hijo tenga
un bajo peso al nacer, lo que más adelante puede presentarle retrasos
importantes en el desarrollo, bajas defensas, bajas reservas de micronutrientes
y desarrollar enfermedades del corazón.
“Las niñas adolescentes y las
mujeres, en edad reproductiva necesitan consumir alimentos ricos en hierro.
Esto se debe a las pérdidas del nutriente durante la menstruación. Además, tomar
una suficiente cantidad de líquidos. El déficit de hierro hace que sean más
propensas a afecciones como la anemia y durante el embarazo, podría desembocar
en daño mental y físico en el niño”, explica Paola Soto.
La nutricionista recalca que durante el ciclo
menstrual, las mujeres pueden sufrir alteraciones hormonales y molestias en el
cuerpo. Para reducir la retención de líquidos y la hinchazón, lo ideal es tomar
una cantidad suficiente de agua, evitar los alimentos muy salados y el exceso
de dulces o alimentos altos en azúcar. Además,se debe moderar el consumo de
sodio presente en la sal de mesa, productos empacados, sopas deshidratadas,
condimentos artificiales y comidas rápidas.
Durante el embarazo “En este momento, las necesidades nutricionales de la
mujer son mayores que en otras etapas de su vida. La dieta debe suministrarle
todos los elementos necesarios para que al crecer el óvulo se convierta en un
feto viable y en un bebé a término”, destaca Soto, quien explica que el estado
nutricional de la mujer, antes, durante y después del embarazo, contribuye a su propio bienestar
general y al de sus hijos.
ü
Acido fólico: Es necesario para que el feto se desarrolle
adecuadamente. Se ha demostrado que la deficiencia es responsable de la
aparición de malformaciones fetales en el tubo neural (espina bífida) y
enfermedades del cerebro y del sistema nervioso. Favorece la formación de
glóbulos rojos.
ü Hierro: La anemia por deficiencia de hierro es el trastorno nutricional más
frecuente y la causa más común de anemia en el mundo
actual. Se considera que la mujer en edad fértil presenta un mayor riesgo de
padecer esta carencia.
ü Omega 3: Se ha comprobado que el Omega 3 juega un papel
fundamental en el proceso de desarrollo neurológico y en el crecimiento del
feto durante el embarazo.
“Las mujeres deben alimentarse bien entre los embarazos
y dejar pasar un período de dos años antes de un nuevo embarazo, para que su
cuerpo recupere las reservas de nutrientes y grasas, para estar fuerte
nuevamente”, indica la FAO.
Lactancia Las
reservas nutricionales de una madre lactante pueden verse disminuidas como
resultado del embarazo y la pérdida de sangre durante el parto. La lactancia
aumenta las necesidades de nutrientes, sobre todo debido a la pérdida de
nutrientes, primero por el calostro y luego a través de la leche materna.
“Durante la
lactancia, las mujeres necesitan aproximadamente 450 kcal/día extra y mayor
cantidad de proteínas, calcio, zinc, vitamina A, vitamina C y folato”,
destaca la FAO.
Menopausia “Se caracteriza por el cese de la función reproductiva y
el descenso de los niveles de estrógenos en el cuerpo. A nivel metabólico puede
aparecer hipotiroidismo, hipercolesterolemia, intolerancia a los hidratos de
carbono y diabetes del adulto”, explica la nutricionista, quien agrega que la alimentación
debe ser de menor aporte calórico, con refuerzo en el contenido de calcio y se
debe asociar siempre la actividad física aeróbica al menos tres veces por
semana.
Soto recalca que la menopausia es la causa principal de
osteoporosis en las mujeres, debido a la disminución de los niveles de
estrógeno y otras carencias hormonales. Durante esta etapa, es fundamental ingerir una cantidad
suficiente de calcio y vitamina
D, además de practicar ejercicio regularmente y evitar el tabaquismo, ya que todos estos factores inciden en la
pérdida de masa ósea.
“Aunque
las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres en la mayoría de los
países, hay una serie de factores sanitarios y sociales que se combinan para
hacer que la calidad de vida de las mujeres sea inferior. Las desigualdades en
el acceso a la información, la atención y las prácticas sanitarias básicas
aumentan aún más los riesgos para la salud de las mujeres”, finaliza Soto.
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